Rolon: Historia de una vieja rivalidad pueblerina
A lo largo y ancho del país corren entrelazadas las fundaciones de pueblos y el desarrollo de sus clubes. Son innumerables las anécdotas sobre rivalidades terribles que podían dividir a un pueblo...
A lo largo y ancho del país corren entrelazadas las fundaciones de pueblos y el desarrollo de sus clubes. Son innumerables las anécdotas sobre rivalidades terribles que podían dividir a un pueblo en dos bandos y convertir la cancha de fútbol en campo de batalla para dirimir pasiones pueblerinas. Muchas veces los clubes se creaban por rivalidad con otro ya existente y de este modo surgieron tantos clásicos de pueblo o de barrio jalonando la historia deportiva del país.
En Rolón, el Club Atlético y Cultural Alumni nació como rival del Centro Social y Deportivo. «Ese era el primer club del pueblo, pero participaban las familias ricas y más tradicionales, y las demás quedaban afuera». De acuerdo al relato de Mary Wurch, secretaria del club Alumni, aquella fundación refleja las tensiones deportivas («muchos jóvenes querían jugar al fútbol pero en ese equipo no podían») y también políticas del pueblo. Si el Club Social y Deportivo agrupaba a familias mayoritariamente radicales y conservadoras, Alumni reuniría al campo popular y a las familias peronistas.
Fue fundado el 18 de septiembre de 1948. Lo llamaron Alumni en homenaje a aquel primer gran club de fútbol de la era amateur (1893-1912) que acuñó ese vocablo del latín en referencia a los «graduados» o «ex alumnos» que integraban su equipo de fútbol. Fue campeón de los años 1900, 1901, 1903, 1905, 1906, 1907, 1909, 1910 y 1911
El equipo de Rolón heredó también los colores de Alumni, como otros innumerables equipos argentinos que eligieron copiar aquellas emblemáticas camisetas a rayas verticales blancas y rojas (Estudiantes de La Plata, Unión de Santa Fe, Instituto de Córdoba, Atlético de Tucumán, Deportivo Alpachiri).
Los hermanos Turnes.
La comisión fundadora del Alumni pampeano estuvo encabezada por José Martinez Gutiérrez encargado de gestionar la personería jurídica ante el gobierno nacional, concedida por decreto el 21 de junio de 1950. El 3 de septiembre de ese año los socios eligieron formalmente su primera comisión directiva encabezada por José Otero Martínez. Lo acompañaron Abraham Mosnaim, Santiago y Fermín Pera, Juan José Facca, Marcos Busso, Emilio Ferrari, Héctor Pérez, Leonardo Fernández, Pedro Arhex, Hugo Phagouapé, Ramón y Carlos Turnes, Benjamín Alonso, Ricardo Longstaff, Domingo Rodríguez, Salomón Berezin y Bernardo Guitelman.
«Los Turnes eran dueños del hotel. Había muchos jóvenes con ganas de jugar al fútbol y formar un club, así que ellos empezaron a juntar socios y compraron la sede, el edificio donde antes funcionaba la Escuela N° 71» recuerda Luis Ferreyra, presidente del club. Desde el 10 de diciembre pasado, también es intendente de Rolón.
A partir de entonces se sucedieron, feroces, los clásicos de fútbol entre Alumni y Centro, hasta finales de los años ’70, cuando empezó a decaer la participación en la Liga Cultural de Fútbol. «En muchos aspectos todavía se mantiene la vieja rivalidad entre ambos clubes. Alumni siempre fue el club de los pobres, y Centro de los ricos. Sin embargo, en estos tiempos y en un pueblo de 700 habitantes esas cosas ya no se pueden sostener», reconoce Ferreyra, que ha vestido la camiseta de ambas instituciones.
La pandemia golpeó duro.
Este año, la pandemia arruinó todos los planes. Además de gimnasia, patín y fútbol 5, el club desarrolla diversas actividades sociales y culturales, entre ellas «una pollada por mes, destinada a recaudar los recursos necesarios para sostener los gastos fijos». Venden unos 70 pollos cada vez. Mary Wurch recuerda que a principios del año «soñábamos celebrar el aniversario con una cena en carpa gigante, un gran espectáculo y un baile al aire libre». Pero en marzo el mundo se detuvo. «Fue muy cruel, nos faltaba una sola fecha para terminar el Campeonato de Fútbol 5 que se desarrolló durante todo el verano», comenta.
Hace dos años, para el 70° aniversario, Alumni mejoró sus instalaciones. «Teníamos un galpón que después se remodeló en el salón de usos múltiples actual, donde se desarrollan las clases de gimnasia y patín» explica Mary. Aunque no es oriunda de Rolón reside aquí desde hace 24 años, es docente en el colegio secundario «Ramón Rodil» y desde hace ocho años integra la comisión.
Además de la antigua sede, con sanitarios remodelados, gimnasio, tinglado con asador y la pista de baile, Alumni posee un campo de doma, donde se desarrolla el tradicional torneo nocturno de papi fútbol. Allí hay una buena forestación con riego por goteo y una cancha con iluminación artificial. «Organizamos partidos tres veces por semana y asisten entre 150 y 170 personas por noche». Otorgan un premio en efectivo y participan clubes de Rolón y también Macachín, Rivera, Miguel Riglos, Alpachiri y Doblas. Con la recaudación de la cantina el club logra sostener sus actividades y contribuir al mantenimiento de las instalaciones.
La cuarentena impuso un freno a estas actividades y por ende al ingreso de recursos. Los socios aportan una cuota de 500 pesos anuales que frente a los gastos del club resulta un valor cuasi simbólico. «Durante la pandemia el gobierno provincial ayudó con dos aportes de 5 mil pesos. Aunque no alcanza, ha sido una gran ayuda», refieren los directivos.
«Pero lo que más se extraña son los bailes» dice Mary. Uno de los rasgos «tradicionales de Alumni siempre fueron sus bailes familiares, con orquesta y en la pista al aire libre». Los más concurridos son Fin de Año y Carnaval. «Cuando hacemos cena y baile entran hasta 500 personas», aseguran.
Luego de varios meses cerrado por las restricciones, Alumni volvió a reactivarse y «ya se reiniciaron las clases de gimnasia con el protocolo y los cuidados correspondientes». Aunque reina la incertidumbre, esperan poder organizar las actividades del verano. «Sin actividades, los clubes se mueren. Y en un pueblo chico como éste, sostener dos clubes cuesta demasiado».
Quién sabe, la pandemia ha modificado tantas cosas, hasta podría cambiar el dicho: no hay mal que dure cien años… ni rivalidad que resulte eterna.