Biblioteca de Rolón lleva más de un siglo promoviendo la lectura
Hubo épocas en Rolón cuando muchos niños y adolescentes tenían la biblioteca popular como punto principal de encuentro. «Abrían a las 8 y nosotros ya estábamos ahí, aguardando para entrar».
Hubo épocas en Rolón cuando muchos niños y adolescentes tenían la biblioteca popular como punto principal de encuentro. «Abrían a las 8 y nosotros ya estábamos ahí, aguardando para entrar». Por esa puerta se asomaban a innumerables fuentes de conocimiento y disfrutaban esos inolvidables paisajes textuales que ofrecen los cuentos, la poesía, la dramaturgia, novelas épicas, libros de aventuras. «Llevábamos el mate y pasábamos horas leyendo». Cuando comenzó la era virtual resultó que la biblioteca ofrecía también «la única computadora disponible» para chicos y chicas del pueblo, que seguían acudiendo cotidianamente, recuerda Mechi García (35 años), actual presidenta de la entidad.
Eso no fue hace tanto tiempo, pero la virtualidad sostuvo un vértigo tal que apenas una generación después las infinitas puertas del universo ya podían concentrarse en una pantalla. «Ahora tenemos acceso a la información desde cualquier punto donde nos encontremos y desde cada hogar es posible conectarse con el mundo. Muchos estudiantes reemplazaron leer y reflexionar por copiar y pegar y se ha reducido mucho el hábito de leer libros de papel», lamenta Mechi. Paradójicamente, esa tecnología que hace dos décadas reunía a los chicos, ahora los aleja de los libros.
La biblioteca de Rolón fue fundada por sus pobladores el 23 de noviembre de 1914, quienes designaron también la primera Comisión Protectora encabezada por Joaquín González (presidente) y José Pedrol (secretario). Desde un pequeño espacio cedido por la Escuela N° 71 sostuvo su actividad vecinal hasta el 15 de agosto de 1929 cuando «por encontrarse un tanto resentida su administración» los vecinos cedieron la gestión al director de la escuela, Prilidiano Varela.
En 1934 la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares (actual Conabip) requirió un informe y el maestro Varela respondió mediante carta manuscrita que «el 7 de septiembre de 1929 los vecinos cedieron formalmente la administración al director de la Escuela 71 y la bautizaron Bernardino Rivadavia». El director también solicitaba su normalización, algo que ocurrió poco después con la designación del propio Varela (presidente), el doctor Diego Borrero Morón (vice), Carmen Santangelo de Barrios (secretaria) y José Otero Martínez (tesorero) Como vocales se sumaron Concepción M. de Silva, Rafael Sánchez Gato, Juan Carlos Lorges y Juan José María Alvarez.
Años después Buenos Aires envió una inspección. La biblioteca «pertenece al pueblo, funciona de 14 a 16 en el edificio de la escuela y cuenta con un bibliotecario que no está rentado» escribió José Peral en su informe del 29 de julio de 1938. Entre otros datos agregaba que «presta libros a domicilio, cuenta con unos 850 volúmenes y se financia con cuotas mensuales de socios protectores, donaciones y recursos producidos por fiestas».
Hábitos perdidos.
Desde entonces la «Biblioteca Popular Asociación Escolar Popular» acrecentó su relación con la comunidad, promoviendo múltiples actividades y convirtiéndose en un tradicional sitio de encuentro. Tras alternar sedes, desde hace unos 25 años funciona sobre la calle Libertad, en un edificio cedido por el municipio. En el hall de ingreso los visitantes son recibidos por su bibliotecaria, Valentina Mendielle (30). Además del cuerpo central con decenas de anaqueles, hay un cuarto destinado a los más pequeños con juegos y libros infantiles, y en la planta alta pueden hallarse libros de texto, enciclopedias y novelas, la hemeroteca, el archivo y un espacio para reuniones.
«En anteriores generaciones la biblioteca era un lugar muy concurrido. Ahora se ha perdido el uso del libro, la lectura del papel». Por eso los socios desarrollan múltiples actividades para convocar al vecindario: «talleres de computación y tejidos (personas adultas), de cocina y costura (niños y niñas) y de apoyo escolar y reflexión para adolescentes, con expresiones artísticas como el teatro, el cine o la música». Además, mantienen una agenda anual que incluye actividades para el Día del Libro, el Día de la Mujer y la presencia en cada Feria del Libro. «También organizamos concursos de redacción con las escuelas y el jardín, premiando con libros las mejores narraciones, y organizamos encuentros de lectura» agrega Mechi.
Todos los talleres están «a cargo de miembros de la Comisión o personas muy allegadas», son gratuitos y resultan «imprescindibles para que la actividad continúe y la presencia de vecinos no decaiga, porque se va perdiendo la costumbre de ir a la biblioteca a estudiar y leer, como hacíamos antes».
Libros por delivery.
Desde Rolón asisten «todos los años a la Feria del Libro», cuya última edición se realizó en formato virtual. «Aprovechamos para comprar porque hay fechas programadas para bibliotecas en las que conseguimos libros a buen precio». El año pasado la sede permaneció cerrada durante varios meses y muchos lectores resultaron afectados: «implementamos un sistema por delivery y aislábamos los libros que devolvían. Evitamos tomar contacto con lectores y pudimos mantener cierta actividad». Según el plan, los socios encargaban por teléfono y «una vez a la semana distribuíamos los pedidos», pero terminaron haciendo «muchos viajes especiales porque la mayoría eran abuelos y necesitaban esa compañía del libro: resultó muy largo el encierro» recuerda Mechi.
En su larga travesía tecnológica la humanidad ha alcanzado la capacidad de reemplazar por un correlato virtual hasta nuestras conductas más inherentes. En el caso de la lectura, utilizamos cada vez más pantallas y menos libros. «Pero no es lo mismo leer un papel, un libro, que un formato virtual: nosotros seguiremos promoviendo la lectura de libros de papel», ratifica Mechi.
Sin dudas continuará su vertiginoso avance la virtualidad, pero las historias impresas en papel no desaparecerán. Al menos, mientras existan trincheras donde sigan resistiendo los protectores de libros, como en Rolón.